jueves, 15 de septiembre de 2011

Para estar más sano, ¡ríe!


Esbozar una sonrisa es tan positivo que incluso se utiliza para sanar

Para estar más sano, ¡ríe!

En medio de una sociedad tan gris y apática como ésta, reírse es considerado un acto de gente “rara”. Sin embargo, el sonreír y más aún, “morir de la risa”, es sano y hasta resulta muy bueno para prevenir enfermedades y mantenerse joven.

Carla González C.

Para algunos, andar con la sonrisa de oreja a oreja es algo que está reservado sólo para la gente “feliz”, aquella que no tiene ningún problema y que sólo tiene tiempo para disfrutar. Para otros, un risueño es sinónimo de un ser superfluo, liviano o simplemente de poca inteligencia (“la risa abunda en la boca de los tontos”) ¿Es tan así?

Estamos en medio de un mundo que camina rápido, donde todos siempre andan apurados y donde no se tiene tiempo para nada, ni siquiera para hacer trabajar los músculos de la cara. Quizás por eso que muchos están convencidos de que reír está reservado sólo para algunos; aquellos que viven el presente, tienen la capacidad de disfrutar y de entender que ser feliz es posible, aunque cueste.

Es por eso que decir que “reír es necesario” no es algo antojadizo, sino muy cierto. Y es que soltar una carcajada no solamente tiene relación con la felicidad, sino que también con la salud y el estilo de vida que cada uno lleva. De esta forma se dice que reír a diario es beneficioso para todo eso e incluso para prevenir enfermedades. Así de relevante.

La revista electrónica Tendencias 21, menciona que un estudio realizado en Estados Unidos descubrió que reír “provoca el mismo efecto que el ejercicio físico moderado”, que abre el apetito y además ayuda en la disminución del estrés y el mejoramiento del sistema inmunológico.

Quizás por esta falta de risa que tenemos como sociedad es que se hacen necesarias instancias en donde grupos de personas tengan la oportunidad de reunirse simplemente a reír. Suena extraño, pero para aquellos que lo necesitan, unos pocos minutos al día de risa son una verdadera terapia que les ayuda a ver la vida de manera diferente.


El poder de la risa

El actor, “docente de risoterapia” y facilitador de talleres de desarrollo personal “Humormatrix” en Viña del Mar, Juan Antonio Salas, cuenta que la risa tiene innumerables beneficios y entre ellos dice que “se ha demostrado que produce aceleración del ritmo cardiaco y un aumento de entrada de oxígeno al cerebro. Además ayuda a reducir el estrés y a fortalecer el sistema inmunológico ante cualquier enfermedad”.

En esta misma línea, el terapeuta dice que las investigaciones que se han realizado en torno a la risa “indican que las personas risueñas y con sentido del humor sufren un 40% menos de infartos y viven 4 años más que la media”. ¿Por qué no reírse un poco más entonces aunque sea por instinto de supervivencia?

Y los beneficios suman y siguen, porque Juan Antonio menciona que practicar “el arte de reír” permite también “la secreción de varias sustancias bioquímicas; dopamina (neurotransmisor que eleva el estado de ánimo) y serotonina (entrega efectos calmantes y analgésicos), disminuye el cortisol (una de las hormonas causantes de estrés) y aumenta la inmunoglobulina A y la gammainterferón (muy importantes frente a las infecciones)”.

El especialista en risoterapia afirma que a nivel psicológico y social, la risa permite que la persona “incremente su autoestima y la confianza en sí misma, mejora las relaciones interpersonales, despierta la creatividad y la imaginación, combate la depresión, el pesimismo, la apatía y la excesiva seriedad”.

Una terapia basada en la risa

De acuerdo a los beneficios que se describieron anteriormente, científicos que han estudiado el tema señalan que se ha podido dilucidar que como al sonreír las personas “sufren” cambios en su organismo, bien podría utilizarse este método como tratamiento de pacientes que, por ejemplo, necesitan aumentar su apetito o salir de la depresión.

Es así como surge la risoterapia, técnica que utiliza las carcajadas para poder ayudar – de manera complementaria a la medicina tradicional – a mejorar la salud y la calidad de vida de las personas que lo necesitan.

En ese sentido, Juan Antonio Salas dice que la idea de emplear la risa como una terapia “surge por el poder que tiene ésta para influir en el organismo y en la mente. Con ella, los estados de ánimos alegres y positivos predisponen favorablemente para sanar una enfermedad”, asegura.                              
                                 
Tal relevancia ha cobrado la risoterapia, que existen clases y talleres para aprender a utilizar la técnica. Dentro de su metodología de trabajo destacan los juegos grupales, la provocación de la risa a través de imágenes o narraciones, el uso de la respiración, el desbloqueo corporal, el baile, etcétera.

Para el terapeuta, la risoterapia – la que califica como una estrategia y no una terapia “en el sentido estricto de la palabra”, esto pues “no cura por sí misma” – es una ayuda “auxiliar, complementaria, preventiva y holística”. Con esto, indica que no es posible curar enfermedades sólo con el uso de la risa y por eso asegura que la esencia de este instrumento “es ayudar a ver la vida con humor, desde el lado lúdico, positivo y optimista”.

De esta manera, dice que la utilización de las risas de manera terapéutica implica también “una apertura hacia el amor, el desarrollo personal, la comunicación y el autoconocimiento”, siendo algunos de los padecimientos que trata “la depresión y tristeza, enfermedades psicosomáticas, el insomnio (la risa produce un “descanso positivo” que invita al sueño placentero), el miedo, la timidez, entre otras.

Para Juan Antonio, reírse de buena gana es posible, incluso en ciudades como Santiago que para algunos resulta muy gris. Según sus palabras “es cosa de detenerse y observar” sin dejarse llevar por las preocupaciones y dejando de lado aquella risa “dañina” – aquella que se usa en desmedro de los demás – afirma que “el mundo está plagado de comicidad y de juego, sólo hay que estar en sintonía con la existencia y conectado a la matriz del sentido del humor”, asevera.

Fragmento extraído de: 
Punto Vital Abril 2011 ©

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